Un gato de foso es un equipamiento que resulta fundamental para cualquier taller que disponga de un elevador de vehículos ya que, al levantar el vehículo podremos ayudarnos del gato para bajar el motor o la transmisión sin ningún problema.

Esto nos va a facilitar el trabajo, vamos a utilizar menos fuerza humana y vamos a poder tener las manos libres para poder realizar otros trabajos.

Un gato de foso es un elemento sin el cual no resulta tan cómodo el desarrollo de un trabajo y se hace imprescindible en el día a día.

Esta herramienta de trabajo ayuda a sujetar partes de los coches cuando los elevamos y desmontamos el motor o la transmisión.

Se trata de un objeto fácilmente maniobrable gracias a las cuatro ruedas con las que cuenta, habiendo entre ellas una gran distancia que proporciona que el gato tenga mucha estabilidad bajo la carga.

Cuentan con mangos a los dos extremos para poder mover el gato con facilidad y la elevación está operada con el pie de forma que controlamos el ascenso.

Existe una gran variedad de gatos de foso y, dependiendo del modelo que elijamos, el precio podrá variar desde los poco más de 100 euros hasta incluso los 1400 euros.

No todos los gatos pueden cumplir con las mismas tareas ni van a soportar el mismo peso.

Hay gatos con capacidad de elevación de hasta 300 kilos y hay otros que son capaces de elevar hasta 10 toneladas, por eso el precio puede oscilar tanto entre unos y otros.

Una vez que sabemos cuál es nuestro trabajo y las necesidades que tenemos, podremos elegir el que se adapte mejor al desempeño que tiene que cumplir.

Existen muchas variedades de gatos y cada una de ellas es capaz de soportar la elevación de diferentes pesos.

Por ejemplo, hay gatos que solamente pueden elevar hasta un máximo de 300 kilos, sin embargo, existen otros modelos de gatos de foso que son capaces de elevar hasta 25 toneladas.

Dependiendo de las características de un gato u otro podremos usarlo para el desarrollo de unas actividades y otras.

Entre estos dos extremos mencionados, existen gatos que pueden elevar hasta máximos de 750 kg, 2 toneladas, 2,5 toneladas, 10 toneladas, etc.

El mejor gato hidráulico va a ser el que cumpla con los requisitos de elevación que necesitas.

Hay diferentes tipos de gatos hidráulicos en el mercado que se han fabricado para afrontar diferentes necesidades:

Gatos carretilla: movilidad perfecta. Es el más utilizado. Ruedas fijas o giratorias. De tamaño compacto.

Gatos de balón: deben estar conectados a una red de aire comprimido. Gran capacidad de recorrido. Disponibles en varias versiones de mango corto o largo.

Gatos de botella: de tamaño pequeño. Fuerte y estable. Trabaja tanto en horizontal como en vertical.

Gatos oleoneumáticos: levantan desde 10 a 80 toneladas. Para camiones pequeños o maquinaria de construcción o minería.

El mejor aceite para gatos hidráulicos es le ISO32. Las bombas hidráulicas que son usadas con cierta frecuencia y que soportan elevadas cargas, requieren de un aceite hidráulico de calidad que mantenga las propiedades a lo largo del tiempo.

Aún así, se recomienda que a modo de mantenimiento general, se realice un cambio de aceite en estas unidades hidráulicas, al menos, cada dos años.

En estos gatos, el cambio de aceite se suele hacer a través de un tapón de goma que está en la parte media superior de la botella hidráulica. 

Se vaciará completamente el aceite viejo para poner el nuevo.

El aceite recomendado para estos casos es el ISO VG 68, 46 o 32. Estos aceites tienen la función de transmitir la potencia hidráulica que se va generando en el interior de un motor. Esta potencia se transmite mediante una bomba hacia cada uno de los componentes del aparato.

Pero no solamente transportan la potencia, también lubrican las partes móviles, enfrían, brindan protección anticorrosiva, disipan el calor y realizan la limpieza al mecanismo.

Es importante tener en cuenta su viscosidad, las propiedades anticorrosivas, el punto de inflamación, la capacidad e filtración, la compresibilidad y el punto de congelación.

El inventor del gato hidráulico fue Richard Dungeon y lo patentó en 1851. El propósito de este invento era el de ahorrar fuerza y mano de obra cuando hubiera que levantar objetos pesados, especialmente en el sector de la industria.

Estos gatos se pueden utilizar de forma mecánica o hidráulica para levantar objetos de peso que oscila entre pequeño y grande como pueden ser, por ejemplo, los vehículos.

Esta herramienta cuenta con dos recipientes cilíndricos que van unidos a la base inferior.

Son muy comunes en los talleres y llevan ruedas en muchos casos para facilitar el movimiento.

El gato de tornillo también es conocido como sargento. Es una herramienta manual que sirva para sujetar de manera firme dos o más piezas que van a ser mecanizada o que se van a pegar entre sí. 

Otro uso que tiene este gato de tornillo es sujetar firmemente la pieza en la que se vaya a trabajar sobre el banco o la mesa de trabajo.

Se trata de dos mandíbulas unidas por una guía. Estas dos mandíbulas presionan las piezas. Se presiona mediante un husillo o un tornillo. Hay gatos de tornillo con las dos mandíbulas ajustables, con una ajustable y la otra fija y también otros en los que las dos mandíbulas forman una pieza fija con guía.

Una aplicación de este gato hidráulico es la de levantar grandes cargas con cierta facilidad de manejo y con velocidad en su accionamiento.

Este gato hidráulico sirve para levantar objetos y también para resistir grandes cargas, por lo que se vincula principalmente con el área automotriz.

Con este gato, la fuerza necesaria para levantar algo pesado va a ser mucho menor en términos de esfuerzo y ayuda a aportar más seguridad a los trabajadores a la hora de levantar, por ejemplo, un automóvil.

Funciona con aceite y una palanca y permite que una persona pueda levantar hasta la cantidad de 300 veces más del esfuerzo real que hace.